sábado, 6 de marzo de 2010

Nubes en el epílogo



En silencio, en una habitación blanca iluminada poderosamente por el sol del medio día, entre poco que decir y mucho para ofrecer se aman un hombre y una mujer. Es un arrebato pasional que da apenas la pauta de lo que será la esencia de la película alemana En las nubes o Nube 9 (Wolke 9), de Andreas Dresen.

Esta pasión abrupta, pero suave a la vez, resulta del primer encuentro sexual entre Inge, una mujer de más de sesenta años y Karl de 76. Adulterio adulto: un tema casi difícil de ver, que la película presenta sin tabú, ni contemplaciones; sino más bien con una naturalidad tan dramática que llega casi a ser dolorosa.

Inge está casada con Werner desde hace 30 años y aunque no ha buscado serle infiel, secretamente deseaba poder sentir una vez más lo que es el enamoramiento. Y de repente, sucede y es tan abrupto y total que es como rejuvenecer. Vemos a Inge ir y venir de su marido a su amante, sin poder definir sus sentimientos, entre la culpa y el placer.

Para ver En las nubes, para sentirla, hace falta desprenderse del pudor extraño que uno experimente frente a la desnudez madura y más aún frente a la sexualidad. El encanto de esta desnudez tan contundente, tan cruda a ratos, es su relación directa e íntima con el esplendor de los sentimientos, con el sentir profundo y transparente.

La película alemana es una obra minimalista, de una estética básica, adornada apenas por el paso del tren, el segundero del reloj de la cocina, el café filtrándose lentamente y el silencio. Imágenes brillantes de la naturaleza, de las flores y los árboles en pleno verano dejan sentir el florecimiento de los personajes, así como la naturalidad de su amor que pasa a ser un elemento más en esta estación de la vida.

La forma en la que son mirados los personajes es decidora del espíritu de sus deseos. Va de los primeros planos de unos rostros solemnes, curiosos, enamorados, adoloridos; a unos planos generales vaciados de emotividad, en los que la soledad de la vejez respira y hace temblar el equilibrio del mundo.

Entre escenas escucharemos también a un coro conformado por señoras de la tercera edad, en el que participa Inge. Aquello que cantan se convertirá en una forma alterna de narrar las pasiones y penurias de los personajes que van por las nubes, sin saber si el fin del verano será una llovizna o una tormenta.

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