miércoles, 28 de marzo de 2007

Almodóvar en cinco lecciones básicas

Lo que aprendí de Almodóvar en una noticia
Entre los colores chillones del decorado de las películas de Pedro Almodóvar han crecido como mala hierba los expertos, los fanáticos, los filósofos e incluso los psicoanalistas de la obra de este excéntrico realizador español.Todos los cinéfilos tienen siempre algo que decir sobre las épicas historias de sexo, deseo, muerte, amores obsesivos, homosexualidad y tantas otras constantes en su cinematografía.
Hay un grupo de expertos que ha llegado incluso a catalogar su obra en cinco etapas: Punk, Berlanga-Fellini, Clásica-Maestra, Experimental y Refinada-vanguardista. De ser confiable este criterio, la muestra que ofrece desde hoy Ocho y Medio, en Quito, es una breve panorámica de todas aquellas etapas.
Se exhiben cinco películas que son como las lecciones básicas para comprender y amar a Almodóvar: ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984), Átame (1990), Carne trémula (1997), Todo sobre mi madre (1999) y Volver (2006).

Para cinéfilos más experimentados como Pedro Hernández: “La obra de este carismático realizador español es contradictoria ya que se mueve entre lenguajes cinematográficos bien lineales y un cine marcadamente de autor donde el concepto predomina sobre la forma”.

Por otro lado están también aquellos para quienes el predominio de la emotividad y el espíritu femenino son las claves para ver Almodóvar con un espíritu casi idílico, como es el caso de Carla Martínez, quien comenta: “El cine de Almodóvar es muy sensible, quizá muy femenino; además, su temática gira en torno al dolor, a la pérdida, al desamor. Eso resulta muy humano y próximo”.

Al ser interrogado sobre las películas que se exhiben, el escritor Marcelo Báez expresa: Volver: Melodrama femenino. ¿Feminista? El hombre brilla por su ausencia. Carne trémula: Los tremendismos abundan: el parapléjico Bardem, una Ángela Molina que arde. Todo sobre mi madre: Intertextualidad pura como le encanta a don Pedro. Átame: superficial sobre el síndrome de Estocolmo. (PST)

SEGUIDORES DEL CINEASTA MANCHEGO COMENTAN SU OBRA
Realidad cercana
Me gustan las películas de Almodóvar porque su lenguaje atraviesa la angustia, la complejidad del ser humano común y corriente que se confronta con la sociedad.
Carla Martínez
Prefiero los ochentas
Soy fan y creo que su obra de la década de los 80 y 90 es increíble. Ahora; lo nuevo desde Carne Trémula es deficiente, exceptuando Todo Sobre mi Madre, que es espectacular.
Luisa Seif
Polémica que encanta
Su particular estilo ha generado odio y veneración. Sus detractores critican abiertamente el uso del escándalo y la degradación como motivación para convocar a la gran audiencia.
Pancho González
Tramas con matices
Almodóvar plasma en el celuloide una lógica de decadencia y esplendor en cada uno de sus personajes. Sin ser pretencioso, conmueve a los espectadores.
Francisco Delgado



* Nota publicada en el Hoy, el sábado 24 de marzo. Esta redactada en el contexto de la muestra de Almodovar que ha habido estos días en el Ocho y Medio. No tiene nada en particular, sino que pienso -con humildad- que es una nota bien hecha, y me gusta porque además se publicó así tan cual completa. Además conté con excelentes 'pensadores' de Almodóvar que suplantaron con mucha inteligencia mis vacíos... gracias a ellos!

‘Me reconcilié con la actuación’

Amaia Merino
Protagonista del filme ecuatoriano Esas no son penas (que se estrena el 13 de abril)

¿Quién es? Nació en España, se crió en Pamplona donde actuó desde niña en papeles pequeños. A los 19 años protagonizó la serie Nazca y luego vino a vivir al Ecuador. Aquí trabaja en varios oficios del cine desde hace 13 años.


Delgada, sonriente, con un acento español que se disimula a ratos con los dichos quiteños, Amaia Merino, protagonista de la película ecuatoriana Esas no son penas asegura que le emociona mucho su viaje a Guadalajara pero que teme hablar en público.
La actriz quien vive en el Ecuador desde hace 13 años tiene uno de los papeles centrales en el filme que se estrena el próximo 13 de abril y que viaja este domingo al Festival de Guadalajara, el más grande de América latina. Esas no son penas se exhibirá en competencia y Amaia, junto a la directora Anahí Hoenesein y Cecilia Vallejo, junto a Tania Hermida, actriz y realizadora del filme Qué tan lejos se presentarán en un foro sobre el cine ecuatoriano.


Ser actor es muy difícil. Tienes que poner mucho de tu parte más íntima y yo llevaba un buen tiempo peleada con esa profesión. Pero este proyecto me hizo sentirme bien por su manera de plantear la producción. Lo más importante no era el resultado, sino hacer la película y eso fue lo que me animó a actuar.



¿Cuáles son tus orígenes en la actuación?

Desde muy pequeña y por casualidad. Mi padre tenía un bar en Pamplona y alguna vez pasaron unos productores que iban a hacer una película y mi padre nos introdujo en papeles de extra. Con mi hermano hicimos algunas películas en el país Vasco hasta que el asunto se fue volviendo más importante y cuando tuve que decidir que iba a hacer en la vida elegí la actuación.

¿Qué experiencia has tenido?

A los 17 años me fui a estudiar a Madrid y al poco tiempo me ofrecieron protagonizar Nazca, una serie de televisión que se filmó en México, en Cuba, en el Ecuador. Aquí rodamos durante 11 meses. Regresé a Madrid, terminé de estudiar y volví al Ecuador para vivir. Llegué porque me había encantado y me quede porque me hace feliz vivir en este país.

¿A qué te has dedicado en estos años?

Aquí no me inserté mucho en el mundo de la actuación. Hice una serie para televisión, El Chulla Romero y Flores, pero no me hallaba y decidí no actuar porque me parecía tan bonita mi profesión que no me hacía gracia sentirme mal en mi trabajo. Empecé a dedicarme a la producción y más tarde me dediqué seriamente a la edición. He editado películas, documentales, de todo. La edición ha sido en los últimos siete años mi profesión, más que la actuación.

¿Cómo fue tu regreso a la actuación?


Un día Anahí me llamó me contó del proyecto, me hizo leer el guión y me gustó mucho desde el principio porque me daba la sensación de que iba a ser un trabajo muy agradable que hacía énfasis en la dramaturgia. Y el proyecto en general, me daba una sensación de tranquilidad porque el objetivo de la película era hacer el trabajo y no el resultado. Esa forma de hacerlo da una gran apertura para actuar, para investigar, para concentrarse. Y me animé a hacerlo.

¿Al comienzo estabas reacia?

Ser actor es muy difícil. Tienes que poner tanto de tu parte más íntima. Y yo llevaba un buen tiempo peleada con esa profesión. Pero este proyecto me hizo sentirme bien con esa parte íntima del trabajo de actuación. Además es una nueva manera de plantear la producción de un largometraje, de una forma muy familiar y cuya prioridad era hacerla. Y eso me animó enseguida me di cuenta que el guión era interesante que tenía un personaje que se podía trabajar.

¿Cómo fue el trabajo?

Marina, mi personaje es muy quiteño. Más allá del acento mismo lo que me resultó más interesante y complejo es que este trabajo se requería un tipo de actuación muy naturalista, en el que tenías que aportar mucho de tu manera de ser. No era un personaje ajeno a ninguna de las protagonistas sino más bien muy cercano. Entonces mi dilema era, como saco de mi cosas espontáneas y auténticas sin mi acento. Como puedo pretender ser auténtica si me estoy haciendo la quiteña y no soy. Eso me resultó muy complicado.

¿Y cómo lo superaste?

No te podría decir que lo superé, sino que lo intenté. Muchas personas opinan que no lo superé que se nota un poco forzado. Pero me ayudó la pista que me dieron Anahí y Daniel, que era que Marina, mi personaje era una mujer muy pausada. Lo contrario a mi y eso me ayudó mucho.

¿Cómo fue el trabajo en conjunto?

Muy bueno, con dos actrices éramos amigas. Con las otras dos no, pero nos hicimos muy buenas amigas enseguida. El ambiente del rodaje era muy pausado, distinto de lo que suele ser en la mayoría de películas. Y ese ambiente nos permitía estar en contacto, nos estábamos viendo, sintiendo. El entorno íntimo fue algo que se dio muy naturalmente.

¿Qué fue lo que más les costó como actrices?

La escena final de la reunión de las amigas. Si bien el rodaje no era tenso, ni trabajamos muchas horas.
Esta fue muy exigente por el grado de dificultad. Como actrices debíamos transitar de una cosa a la otra, de un estado de ánimo al otro. Lo más difícil no es decir el parlamento sino la transición. Había muchos momentos muy íntimos.

¿Qué opinas del resultado?

Lo importante fue que este papel me devolvió la confianza en la actuación porque me sentí cómoda en el trabajo, sentí que lo puedo hacer. Y eso es importantísimo para un actor, dejar de juzgarse y sentir que lo podía hacer. Mientras veía la película me sentí tranquila, la disfruté sin sentir angustia, hasta casi olvidando que yo estaba ahí. Con la película me reconcilié con la oportunidad de seguir actuando.

jueves, 8 de marzo de 2007

El arte de morir o sobrevivir

War Photographer


Una vez conocí a una persona que me aseguró desde la segunda conversación que tuvimos que moriría en alguna guerra, tomando fotos. Ese plan osado que nunca comprendí -y que no sé si se haya cumplido aún- me vino a la mente con una claridad pasmosa mientras veía una tras otra las fotos del mayor fotógrafo de guerra del mundo, James Natchwey, en el documental suizo War Photographer.
Si se pudiera hablar de un manual de supervivencia de guerra, es éste. En el cine no había mucha gente, pero las 25 personas que vivieron desde sus butacas los 90 minutos de Kosovo, Ruanda, Palestina, Indonesia, entre balaceras, machetes, mutilados, entierros y niños muriendo de hambre, no pudieron levantarse con mucha facilidad. Es duro salir a la calle luego de experimentar semejante desgaste de espíritu.
Tal como Nachtwey espera, uno se entera del mundo que existe afuera, reconoce las imágenes más brutales de guerra que nunca se han llegado a publicar, menos aún por estas latitudes sudamericanas.
Una cámara muy audaz sigue a Nachtwey por el mundo, quien carga a su vez sus dos cámaras al hombro, dueño de unos silencios prolongados y dolorosos. Siempre tan absolutamente compenetrado con su trabajo, que parecería que no es humano.
Ha pasado la mitad de su vida comprometido a tomar fotos desde el clímax mismo de la acción. Atrincherado, al pie de las fosas comunes, sus ojos son idénticos a los del criminal y también son los de la víctima. La pasión es demasiado intensa hasta el punto de parecerse de manera drástica a un comportamiento sádico. Sin embargo, Nachtwey desde su mirada profunda y sosegada, dice con pocas palabras aquello que uno espera oír. Sobrevive a la guerra por pasión humana, por deseo de mostrar al mundo su compromiso, por seguridad de que si no toma él las fotos nadie sabrá nunca lo que es la muerte, el horror, el mal, el odio y nadie sabrá que hace falta saberlo para enfrentarlo.
Este manual de supervivencia de guerra, no asegura tal cosa. Pisar una mina es más probable que no hacerlo. Lo único seguro es que matar y sobrevivir pueden ser un arte dependiendo del ojo que las mire y el corazón que sepa imprimirles textura y grandeza.
PST

Manifiesto de Nachtwey:


“In a way, if an individual assumes the risk of placing himself in the middle of a war in order to communicate to the rest of the world what is happening, he is trying to negotiate for peace. Perhaps that is the reason why those in charge of perpetuating a war do not like to have photographers around”.

“The worst thing is to feel that as a photographer I am benefiting from someone else's tragedy. This idea haunts me. It is something I have to reckon with every day because I know that if I ever allow genuine compassion to be overtaken by personal ambition I will have sold my soul. The stakes are simply too high for me to believe otherwise.”

Tomadas del sitio web: http://www.war-photographer.com/

Entrevista al día

Eliseo Subiela
‘El cine es uno de los negocios más crueles ’
¿Quién es? Subiela nació en Buenos Aires, Argentina en 1944. Su primer guión lo escribió para teatro, pero a continuación se dedicó solo al cine. Entre sus películas se cuentan El lado oscuro del corazón, Hombre mirando al sudeste y Despabílate amor


"Es un negocio muy cruel el del cine. Pasas dos años trabajando, poniendo todo, tu casa, tus bienes y en una semana, ¡fuiste! Es un negocio de una crueldad como los hay pocos. Es todo o nada. Pero para ser un director de mi riesgo y que no ha hecho concesiones, no me puedo quejar, me ha ido bastante bien"


Es su primera visita al Ecuador y en una jornada apretada visitó la Mitad del Mundo y tuvo tiempo de enamorarse de la Iglesia de La Compañía, en los lapsos que le dejó el curso de guión que dictó esta semana en la Fundación Octaedro. A sus 62 años Eliseo Subiela, el padre de El lado oscuro del corazón, película de culto por la que será recordado siempre, está listo para darle un descanso al cine y dedicarse a diversificar su creatividad, tras un año de intensas labores rodando dos películas que se estrena a fin de año.

¿A qué se ha dedicado en los últimos años?

El año pasado hice dos películas No mires para abajo y El resultado de amor que se están terminando, están en postproducción. Las dos son de amor, la una es una historia de dos jóvenes que intentan acercarse a Dios mediante el sexo e incluye una especie de didáctico sobre Sexo tántrico, la otra es un melodrama sobre una chica que trabaja de día como payasa en fiestas infantiles y en las noches como prostituta.

¿Con qué películas te has encariñado más?

Con todas, son como hijos las quiero a todas por igual. Son todas muy honestas, son las películas que quise hacer en su momento. Pero igual hay algunas que han sido más importantes en mi carrera, Hombre mirando al sudeste por ejemplo o El lado oscuro del corazón oscuro que fue un suceso en toda América latina. En Barcelona estuvo ocho años en cartelera en los cines verdi en las funciones a la 01:00 los sábados. Cuando hicimos El lado oscuro 2 con Darío Grandinetti (el protagonista) él me propuso ir a la función y yo no quería ir pensé que no iba a haber nadie, que nos íbamos a entristecer y fuimos y la sala estaba repleta y comprobamos que los asistentes tenían 20, 22 años. Es decir cuando se estrenó la película eran niños.

¿Te imaginaste que iba a ser lo que fue la película?

No, es un delirio. Si ahora leo el guión y me parece casi infilmable. Un guión donde los actores recitan poesía. Era difícil en su momento pensar la película, mucho más que iba a ser un éxito. Y lo fue de una manera de la que yo me sentiré siempre orgulloso. Se agotaron ediciones de libros de Benedetti, toda una generación reconoció a Girondo. Yo he hablado con libreros que contaban que la gente salía del cine a comprar libros de estos poetas. Esta es una Argentina que ya no existe, el deterioro cultural ha sido tanto, ha habido una devaluación cultural tan grande que yo no sé si ahora una película así sería un éxito.

¿Por qué El lado oscuro del corazón 2?

(suspira) Yo había tenido ganas de continuar la historia con un Oliverio maduro y había escrito alguna cosa, pero el hecho decisivo fue que apareció un productor y me dijo te gustaría hacer la segunda parte y yo dije sí. A la distancia, no me arrepiento de haberla hecho, creo que el error que cometí fue ponerle El lado oscuro del corazón 2, eso perjudicó mucho la película. La acogida del público fue tibia.


¿Es verdad que hubo un problema legal con Universa porque plagiaron Hombre mirando al sudeste?

Rodaron K-Pax que era un remake de Hombre mirando al sudeste y nunca dijeron nada, ni pidieron derechos ni nada. Hasta aquí no ha avanzado en nada el asunto. Hicimos el reclamo y no contestaron. Fue un robo y el trámite legal es como David contra Golliath.


¿La gente creía más en el amor antes?

No, la gente era más culta, estaba más informada. En los tiempos del estreno de El lado oscuro del corazón había filas de gente para ver la película y el promedio de edad eran 20 años. Ahora, en mi escuela yo me agarro la cabeza cuando oigo que hay estudiantes que están a puntos de graduarse y les hablas de ciertos autores y no tienen ni idea, porque no han visto nada de cine. Ha habido una especie de reivindicación o exaltación de la incultura, y desprestigio a los sentimientos. Hay líderes de televisión en la Argentina que son casi perversos que dicen ‘mira que vivo soy, soy bruto no leo’ el tonto es el que estudia, el que lee. El público que va al cine son mayoritariamente ‘comedores de popcorn’ y van a ver explosiones y efectos especiales.

¿Cómo están las condiciones para hacer cine en la Argentina?

Están mejor a nivel de producción se está filmando mucho, el problema sigue siendo el tema de la distribución y exhibición se estrenan demasiadas películas, están muy poco tiempo en cartel. Se están produciendo demasiadas porque no llegan a estrenarse. Es un fenómeno complejo que tiene que ver con la proliferación de escuelas de cine que están formando directores a granel.


¿Qué planes tiene luego de tus dos películas?

La idea es parar un poco y tomarme este año. He hecho dos películas y fue mucho, se dio sencillamente aparecieron los dos productores juntos, pero es muy intenso hacer dos películas en un año. Quiero hacer algo distinto ahora, quiero hacer teatro. Yo antes de escribir para cine escribí para teatro y ahora tengo ganas de diversificar un poco la creatividad.

¿Literatura también?

No, no me arriesgo a tanto pero quiero escribir un libro del cuál tengo un título que es Todo gracias al cine, y que quiero que más que mis memorias sea un testimonio de agradecimiento al cine por todo lo que me ha dado.


¿Entre tus autores favoritos?

Un señor que a veces me enoja mucho, pero que sigo amando que es Jean Luc Godard. Es insoportable, pero lo amo. Le preguntó ‘por qué me aburrís tanto’. Tiene a un personaje sentado leyendo diez páginas de un libro. Pero tiene escenas de una belleza que no son habituales en el cine. Ese es una de los principales responsables de que yo haga cine. Están también Tarkowsly, Fellini.

¿Entre tus colegas a quien admiras?

A Leonardo Favio de quien fui ayudante en su primera película, es el que más me gusta. Después hay cosas muy interesantes como las que hace Lucrecia Martel. Me encanta la actuación de Julio Chávez creo que es el mejor actor que tiene la Argentina, El custodio es un peliculón. Me gustó muchísimo y el trabajo de Julio es descomunal.


¿Trabajas siempre con la misma gente?

No, algunas veces repetí pero últimamente estoy haciendo pruebas cada vez trabajo con gente más joven. Y estoy incorporando de manera voluntaria e inevitable cada vez más mujeres en los equipos. La última película que hice, desde la directora de fotografía todo el equipo de cámara eran mujeres que era un rubro que antes no había. Las mujeres están copando todos los espacios, son más maduras y nos llevan mucha ventaja.


¿Cómo te ha tratado el cine?

Es un negocio muy cruel el del cine pasas dos años trabajando poniendo todo, incluso tu casa, tus bienes y en una semana fuiste. Es un negocio de una crueldad como los hay pocos. Es todo o nada. Pero para ser un director de mi riesgo, de mi estilo que es muy personal y que no ha hecho concesiones, no me puedo quejar me ha ido bastante bien. He hecho 12 o 14 películas y me ido muy bien comercialmente en la mitad. Pero igual hace tiempo que tengo claro que el éxito es hacer la película que uno quiere hacer. Me aterra que pueda terminar una película y que no me guste.

¿Hasta donde te han llevado tus películas?

Geográficamente tan lejos como Calcuta, pero en experiencia vital a estar toda una noche en una ‘villa miseria’, a tomar el té y hablar sobre la muerte con un Primer Ministro de la India, que apuntaba a una de mis películas y me preguntaba por cada escena o a que García Márquez me ofrezca uñas de cangrejo en un platito en La Habana, si no hubiera sido por el cine nunca hubiera estado ahí. El cine es como una alfombra mágica tanto para el espectador como para el cineasta.


Foto y texto: Paulina Simon T.

martes, 6 de marzo de 2007

Entrevista al día

Esas no son penas: ‘El cine en el que todo hierve y nada explota’
Anahí Hoeneisen y Daniel Andrade directores de Esas no son penas


¿Quiénes son? Anahí produjo y distribuyó Fuera de juego. Daniel ha dirigido la fotografía de Cuando me toque a mí, 1801-1810 Mientras llega el día, etc. Han trabajado en cortos, es el primer largometraje de ambos como directores


La película ecuatoriana estará este mes en el festival de Miami, Mar del Plata, Toulouse y Guadalajara. En el Ecuador se estrena el 13 de abril

* ENTREVISTA

En un ambiente familiar y conocido - ya que la sala de su casa era una de las locaciones de la película- los cineastas Anahí Hoenesein y Daniel Andrade cuentan como ha sido su experiencia en la creación de Esas no son penas, la primera cinta ecuatoriana que se estrenará en el país el 13 de abril.
Esas no son penas es la historia de cuatro amigas que no se han visto desde hace 13 años y que se reúnen debido a la enfermedad de una de ellas. La cinta tuvo éxito en varias funciones de preestreno y ha sido muy bien recibida en festivales internacionales.
Daniel y Anahí compartieron la dirección de la película. Ella escribió el guión y cumplió la ilusión que tenía de actuar, mientras él, la suya de editar. Finalmente el resultado es una película que representa el tipo de cine que ambos quieren hacer.

¿Cómo nació la idea de Esas no son penas?

AH: Nació como una necesidad de encontrar respuestas, de hacerse preguntas. En un inició no tenía forma de película, empecé a escribir anécdotas como escenas, primero fue un personaje, luego fueron aumentando las mujeres, nació después la idea de que eran amigas y ahí empezó a crecer la historia. El segundo borrador se lo mostré a Daniel y junto íbamos discutiendo y decidimos que podía convertirse en una película. La idea fue a larga que la película esté en ese tiempo en el que todo hierve pero nada explota. Quisimos retratar el momento antes de que el esposo descubra que su mujer está con otro, de que la madre sepa que la hija es bulímica y el resultado es una película que a mí me gusta ver.


¿Cómo se eligió al equipo y las actrices?
´
DA: Tanto en el casting como para el equipo técnico tomamos en cuenta que se trate gente cercana. Formamos un grupo pequeño para estar en confianza y locaciones familiares para que las actrices se sientan cómodas lo cual es el centro de la película. En las actrices buscábamos que tengan una cierta energía, pequeños detalles. No queríamos que hagan cosas que no tengan que ver con ellas. No todas tenían experiencia en actuación y queríamos que fluyan naturalmente. La experiencia más importante en el rodaje era lograr todos como equipo ayudar a las actrices en su trabajo, lograr que ningún aspecto técnico sea una prioridad sobre la actuación. Teníamos que hacer todos juntos el trabajo de ayudarles a meterse dentro del personaje y luego que también puedan salir de él.

¿Qué procesos vivió la película?

DA: Luego del rodaje que duró 22 días, más cuatro días que se filmaron un par de meses después de que Anahí dio a luz, empecé a editar. Hice dos cortes que me gustaban mucho y fuimos invitados a la sección de Cine en construcción de San Sebastián donde nos dijeron que la película tenía un gran potencial. Así hicimos muchos cambios y presentamos otra versión en Toulouse hace un año y al volver conseguimos alguien que no esté tan involucrado con la historia para que pueda editarla otra vez. Participamos en el festival Cero Latitud y recibimos una mención especial del jurado. Nos costaba mucho asimilar los cambios que tenía que enfrentar la película, pero finalmente aunque la idea del guión fue cambiando de acuerdo a lo que había sucedido con cada actriz, la historia se convirtió en lo que esperábamos.


¿Cómo fue la experiencia de actuar en tu película?

AH: He actuado en cortos, en talleres de actuación, pero no he actuado mucho y quería ser una de las cinco protagonistas, hasta que me quedé embarazada, pensé no hacerlo, pero si esperaba iban a pasar unos dos años más así que preferimos cambiar al personaje en el guión y así actúo en el papel de Elena.


¿La película resultó ser lo que ustedes querían?

DA: Lo que queríamos era crear un ambiente entre las actrices y con el público y que a través de ese ambiente se digan muchas cosas sin que haga falta decirlas en realidad. Yo veo que hay dos tipos de cine, el que te lleva de la mano y que te hace sentir lo que debes sentir y otro que es el que a nosotros más nos interesa y el que queríamos hacer, que es un cine donde hay silencios, que hace pausas, que le da tiempo al espectador de preguntarse cosas y que exige una atención especial de quienes ven la película.


¿Qué le espera a la película ahora?

DA: Quisimos hacer una película que se mantengan independiente. Ahora que es la película que quisimos hacer u que está terminada se puede vender como un producto, pero lo importante es que no sea haya convertido en un producto antes de estar terminada. Ahora tenemos que buscar a aquellas personas a las que les pueda gustar y los festivales ayudan mucho con eso.
Por otro lado, estamos buscando una manera de hacer películas en el Ecuador que sea sustentable. Estamos tratando de inventar un sistema que nos asegure que cuando terminemos esta película podamos hacer otra y no quedarnos endeudados con la primera y tener que trabajar en otras cosas para poder pagarla. (PST)

* ENTREVISTA: Primicia del blog, sale publicada en Diario Hoy mañana (miércoles 7 de marzo). Esta es la versión más completa
Foto: Paulina Simon

Tiempo de hablar plata

*Cine nacional sigue sin presupuesto

La noche del pasado jueves 1 de marzo el Consejo Nacional de Cinematografía CNC invitó al vicepresidente de la república Lenín Moreno y al Ministro de Cultura Antonio Preciado a un diálogo con los cineastas y personas involucradas con el medio.

El motivo de la reunión en la sala Benjamín Carrión de la CCE fue presentarle al vicepresidente el flamante Consejo de cine y a la vez explicarle que hace falta una intervención política para que el CNC sea incluido en el presupuesto nacional del Estado y obtenga el capital semilla que necesita para despegar con su apoyo al cine nacional.La reunión tuvo un tinte informal y cordial.


Se exhibió un video de Tato Carillo que compila películas de los últimos 30 años se escucharon las palabras de Sebastián Cordero quien hizo énfasis en la importancia mundial que tiene hoy en día el cine latino y la importancia de apoyar al Ecuador para que sea parte de ese momento.


A continuación el ministro poeta expresó su amor por el cine, el vicepresidente confesó: “En las noches de luna llena me convierto en cineasta y salgo a soñar”. Así, quedó sentado que todos gustan del cine, pero flotaron en el aire una enorme cantidad de temas sobre cómo lograr que se establezcan políticas culturales, cómo obtener financiamiento, cómo dar un giro a la producción audiovisual del país para que los ecuatorianos puedan consumir películas, videos y televisión de calidad y concontenidos.Entre el público los directores del Conesup, de Unión latina, los directores, técnicos, actores, músicos, educadores tuvieron oportunidad de formular estas preguntas y recibir respuestas llenas de buenas intenciones: el ministerio dará 150 becas de $500 por seis meses, habrá oportunidad de coproducir con Venezuela, España y Argentina.


Sin embargo, tras ciertas intervenciones que demandaron plazos o respuestas al pedido de presupuesto, el vicepresidente tuvo que admitir que él había venido a aprender de cine y que hacía falta que los cineastas como lo curas de pueblo también busquen respuestas al financiamiento con creatividad.Finalmente, a decir de Jorge Luis Serrano, director del CNC lo más importante de la reunión fue contar con que hay voluntad política por conocer del tema e interesarse cada más con mayor énfasis en las respuesta que merece la cultura.


Para Serrano la reunión sirvió para constatar que el vicepresidente de la República está muy abierto al diálogo, al igual que el Ministro de Cultura con quien el consejo tiene ya una relación fraterna. Sobre el encuentro Serrano dice: “No estaba previsto iniciar una ronda de preguntas, fue una improvisación que el vicepresidente pudo rechazar, pero en su lugar demostró su buena disposición a escuchar y a comprender”


Serrano, quien también se muestra preocupado por lograr una mayor conciencia en el sector más interesado explica finalmente: “El CNC tiene el compromiso de convencer no solo a las voluntades políticas sino a los cineastas para que se involucren en el proceso cultural por el que estamos luchando”. (PST)

* Nota publicada el sábado 3 de marzo en Diario Hoy

lunes, 5 de marzo de 2007

Dios está muerto, viva el folclor

Madeinusa



En Manayaycuna, un pequeño pueblo en medio de los Andes peruanos se esconde el secreto de unas festividades mágicas. Tras la muerte de Cristo el viernes santo a las 15:00 da inicio ‘Tiempo santo’, dos días en los que Dios ha muerto y no puede ver los pecados por lo que los pobladores son libres de hacer su voluntad sin temor. Unos roban, otros beben hasta la inconciencia, todos se entregan a fiestas interminables y el alcalde aprovecha para desvirgar a su hija.
Ese es el contexto fantástico y colorido en el que sucede la película peruana Madeinusa, de Claudia Llosa que se exhibe esta semana en Quito. Madeinusa es la protagonista encarnada por Magali Solier, hija del alcalde que ha sido elegida como la Virgen de la festividad. En el ritmo normal del pueblo y sus extrañas celebraciones irrumpe Salvador, un limeño que por error debe quedarse en Manayaycuna y por curiosidad forma parte de las festividades que terminan de forma truculenta.
La historia de la joven Madeinusa, quien quiere irse del pueblo para ir a Lima es el centro de trama, sin embargo, se queda corta frente a la verdadera idea central que es la invención del ‘Tiempo santo’ y el carisma de un pueblo imaginario que con sus tradiciones y fiestas propias del mestizaje es una invención literaria magnífica. Pero, la historia no hace honor a semejante contexto. El filme resulta pausado, pero la fotografía es muy poderosa. El cuadro andino, el color, el folclor y la extravagancia de un puñado de iconoclastas inofensivos rescatan a la película de caer en el absurdo. (PST)

domingo, 4 de marzo de 2007

Buenos actores jugando a los malos

Los infiltrados
El pasado domingo 25 de febrero, Los infiltrados recibió cuatro premios Óscar: Mejor Guión Adaptado, Mejor Montaje, Mejor Director -tras seis nominaciones fallidas para el ítalo-americano Martín Scorsese- y el mayor galardón a Mejor Película.
No hace falta decir que Los infiltrados no era una de las favoritas al Óscar, al menos no entre el público hispano que tenía la certeza de que la Academia se rendiría a los pies de Babel. Sin embargo, entre los críticos, actores y personas de la industria se ha dicho que hubiera sido un error no darle el galardón a Scorsese y su obra.
La gran ganadora cuenta una historia de policías, ladrones, traidores y espías; todos, piezas clave para la mafia a cargo de Jack Costello (Jack Nicholson) en Boston.Por un lado está Colin Sullivan (Matt Damon), el protegido del gran jefe Costello, quien se convierte en un detective de la Policía para encubrir las fechorías de los suyos.Por su lado, Billy Costigan (Leonardo DiCaprio) estudia en la Academia de Policía, pero por los antecedentes criminales de su familia el único cargo que le ofrecen es el de agente encubierto trabajando para Costello, quien prepara un gran golpe.
Los infiltrados es una cinta altamente violenta, la trama entera es un continuo tiroteo, reguero de sangre, brazos, dedos y columnas rotas, y lo único que justifica aquello es que se trata de la mafia y de policías rudos que hacen lo que les gusta. Es posible que por eso la historia no logra cuajar del todo y tiene un desenlace sorpresivo. No por eso deja de ser una buena película de acción en la que al menos hay una cosa clara: no se trata de ser bueno o malo sino de ser un traidor convincente.
El punto más fuerte de la película es la actuación de Nicholson y la de Leonardo DiCaprio, cada vez mejor en sus interpretaciones. En lo que respecta a Scorsese, siempre fue mejor en los setenta y ochenta, y son las películas de esa época las que debieron conseguirle un buen número de estatuillas.