lunes, 1 de octubre de 2007

La maldición de la flor dorada


Espectáculo visual sin precedente

Si tras ver Héroe y La casa de las dagas voladoras quedaba la impresión de un estilo de cine visualmente incomparable, con la nueva película del director chino Zhang Yimou, La maldición de la flor dorada las condiciones de la imagen se elevan a un nivel superior. La textura y la variedad de simbolismos visuales, de colores, formas y movimientos solo pueden ser calificadas como un espectáculo épico.

La cinta es un obra maestra de la fotografía, el arte y la estética. Se trata de la historia de la familia real en China del siglo X. La emperatriz es envenenada día a día por su marido el emperador, quien envía que cada le aumenten un hongo letal en su medicina. El príncipe sucesor al trono, hijo solo del emperador, es débil y mantiene un romance con la Emperatriz. El segundo hijo vuelve de la frontera fortalecido, mientras el menor contempla las intrigas familiares sin descubrir sus sentimientos que aumentan en contra de sus padres y hermanos quienes ignoran su presencia.
La película sucede durante los días previos al festival de los crisantemos, flores amarillas cuya luminosidad llena toda la pantalla. El amarillo y el dorada son un símbolo de la liberación, de la rebeldía, así como de la opulencia y el poder.
La cinta reúne a miles de actores, el elenco es increíblemente numeroso. Hay escenas que son como una coreografías perfectas de las damas de compañía, del ejército, de los súbditos que plantan los crisantemos. El diseño del vestuario, la decoración de las habitaciones, los corredores, los rincones del palacio son sencillamente abrumadores.

La historia sin embargo, está muy por debajo de las narradas por sus sucesoras Héroe o La casa de las dagas. Si bien es una historia dramática de pasiones y odio, no logra atrapar del todo al espectador, la atención se pierde en el decorado, en la acción, en la batalla y los trajes de cada extra en escena. Mientras, el color y la belleza se quedan en la retina, la trama es fácil de olvidar. Pero, es de todos modos una obra imprescindible para cinéfilos atraídos por la espectacularidad y la estética cuida al más mínimo detalle.