sábado, 6 de marzo de 2010
La sabiduría contra la normalidad
La inteligencia es un rasgo humano que, contrario a lo que se pueda pensar, en muchos casos no está diseñada para facilitarles a las personas su paso por el mundo, sino que funciona como un detonante para el aislamiento, la desconfianza y el dolor.
Vitus es una película suiza del director Fredi M. Murer, quien nos ofrece el deleite de seguir el crecimiento del pequeño Vitus, un niño prodigio cuyas capacidades se manifiestan desde muy corta edad. En el jardín de infantes les lee enciclopedias a los niños, les explica como morirán por culpa del calentamiento global; en casa toca el piano como todo un concertista e ilustra a sus padres sobre la vida y supervivencia de los murciélagos.
La película es de un corte clásico, en lo relacionado a lo formal, tiene una narración lineal, que no sorprende demasiado, y es que en realidad su intención no es la de los grandes acontecimientos, sino la de guiar al espectador, permitirle seguir el desarrollo del protagonista y los procesos familiares. La cinta es eso, una obra familiar, en todo sentido. Porque también desde la calidez de su fotografía, de la forma en la que se van exponiendo los personajes y revelando sus deseos, provee al espectador de una sensación agradable de participación en el núcleo íntimo, del sentir de este grupo humano cercano, comprometido con el don del pequeño Vitus.
La cinta de M. Murer tiene como cualidad, que pese a centrarse en los talentos extraordinarios, lo que hace es contraponerlos con la voluntad y la valentía de la normalidad. Vitus es un niño y más adelante un adolescente cuyo desempeño solo le genera soledad. Se apropia del orgullo y la soberbia para defenderse de un mundo que no lo recibe, ni lo comprende. Mientras sus padres se esmeran en criar un genio, sacrificando sus propias virtudes y carreras.
Lo más destacable de esta obra son las actuaciones: Los personajes de Vitus, el niño y el adolescente tienen un poder especial para equilibrar la narración, siempre entre la ternura de la infancia y la frialdad de la genialidad. Es una joya de la película la presencia del brillante actor Bruno Ganz (Hitler en La caída) quien interpreta al abuelo de Vitus, cuya figura está presente todo el tiempo, como el maestro que mueve los hilos de la trama, de la familia y de la prodigiosidad del nieto, quien juega a ser a veces el artista ambicioso y otras el niño ingenuo. Una obra con un sentir clásico, llena de belleza musical.
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