sábado, 6 de marzo de 2010

Camarón: poco cine, gran música



El Eurocine llega a su fin con la cinta española, de José Chávarri, Camarón, nombre artístico del mayor cantaor de flamenco de la historia, cuya vida se presenta en la película como un homenaje a la música y una estampa para recordar al gitano de la voz inconfundible.

Camarón es el penúltimo de ocho hermanos, sueña con ser torero e ignora el don con el que ha nacido, una voz privilegiada para el flamenco. Pero al morir el padre tiene que cantar, la situación de su madre y hermanos, le obliga a hacer uso de su voz para la supervivencia familiar, casi sin imaginarse que con ella va a revolucionar el mundo la música.

La película es una mirada de admiración que se posa sobre la vida de Camarón desde la distancia. La narración cronológica de su vida, nos sitúa como espectadores de los tablaos, desde sus inicios en las cantinas en San Fernando, hasta sus conciertos finales en París, convertido en el maestro andaluz. Es un retrato del cantaor que no nos permite ingresar demasiado en su vida, nos enteramos de aquello que siente, de su rabia, de su amor, del desgaste físico, de una manera solo anecdótica.

Además de en la música, el guión se centra especialmente en aquello que es ritual en la vida de un gitano: el amor a los padres, la fidelidad a los amigos, la solidaridad en la pena y la alegría frente al amor. Son los temas más emotivos y humanos que están presentes en la película como una constante temática que hace que la leyenda musical, sea también un hombre.

Sin embargo, aunque pueda estar claro el punto de vista del realizador de centrarse en la carrera de Camarón, de mantener sus emociones presentes solamente desde sus vínculos con la gente que pasa por su vida, la forma en la que está construida la historia es poco clara. Es como si el guión asumiera que quien ve la película conoce de antemano la vida del cantaor. Salta entre una escena y otra sin explicaciones, sin elementos que unan la narración, sin seguir los procesos del protagonista, sino presenciando una tras otra unas estampas de vida, unas anécdotas casi inconexas. La película funciona casi como un álbum de fotos familiar, yendo de una etapa a otra a través de las imágenes, pero sin la presencia de una narración sólida que logre hilar los porqués de esta vida.

Quizá puede ser una forma válida de narrar una biografía, pero se siente más como una reunión de viñetas con el fin de homenajear a Camarón, sin dejar en realidad que el Camarón de la película tenga vida propia, tenga un lado profundo y por lo tanto que el actor tenga pleno poder sobre su personaje.
De cualquier modo, para aquellos espectadores que amen el flamenco y la música en general, la importancia de este filme es esencial. Disfrutarán, no solo de un maestro cantaor, sino de unas guitarras prodigiosas, castañuelas, voces de otro mundo…y ¡olé!

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