domingo, 18 de mayo de 2008

Mi vida dentro



En la programación de los EDOC este año se presenta una muestra de documental reciente mexicano y ha participado la película Mi vida dentro, de Lucía Gajá quien además estuvo presente en Quito para presentar su película, reunirse con el público y participar en un foro denominado Filmar la cárcel.


Hay que tomar en cuenta que Lucía viene a Quito como una escala breve antes de ir a Cannes donde se presenta su película en una función especial.


Ella es muy joven tiene apenas 34 años y parece muchísimo menor. Desde 1999 se empezó a involucrar con casos de mujeres mexicanas presas en los EEUU hasta que se encontró el caso de Rosa, mujer sobre cuya historia se centra el documental Mi vida dentro.

A continuación un artículo sobre la película, que en realidad es un testimonio brutal de injusticia que hace que uno como espectador desee poder hacer algo al respecto.

El rigor de la ley, el rigor de la injusticia y el racismo
Lucía Gajá durante una entrevista en Radio Visión

Con la mirada perdida entre los miembros del jurado una mujer rubia, delgada, de ojos claros sin el más mínimo parecido con el estereotipo de la abogada acusadora rigurosa y temible de las tradicionales series estadounidenses de tv, de repente como si reflexionara profundamente esta señora de aspecto frágil e inofensivo le pregunta a un testigo: “¿Usted podría asegurar que pese a ser mexicana Rosa es una mujer inteligente?”

Nadie en toda la corte parece tener ninguna objeción con la pregunta, como si todos estuvieran sordos, como si semejantes palabras flotaran en el aire y pudieran dispersarse sin herir a nadie. La única persona que podría comprenderlas es Rosa, la aludida, pero ella no habla inglés, idioma en el que se la ha injuriado. Afortunadamente para superar el asombro y no dudar de la verosimilitud de este tipo de acusación, en el juzgado hay una cámara que sigue paso a paso el juicio de Rosa Jiménez, una joven mujer mexicana indocumentada y acusada de homicidio.

El juicio de Rosa en Austin, Texas, EEUU se convierte en la pieza clave para que la directora Lucía Gajá pueda construir el documental Mi vida dentro, una película que por lo asombroso de su contenido parecería por momentos una obra de ficción.

Mi vida dentro es un documental que despega de las tragedias propias de la inmigración ilegal, tema ya ampliamente difundido por el cine en general, pero Gajá logra que se eleve a un nivel de complejidad mucho mayor: Rosa Jiménez, migró a los EEUU, se casó, tuvo una niña, hizo su vida normalmente durante casi seis años hasta el día que el pequeño al que cuidaba como niñera sufrió un accidente. El niño murió asfixiado y Rosa fue encarcelada embarazada de su segundo hijo, acusada de homicidio y maltrato infantil.

La cámara de Lucía Gajá acompaña a Rosa dentro de una cárcel de alta seguridad mientras espera el día de su sentencia y luego, se instala durante 13 días en el juzgado.

La película está construida de modo cronológico si se quiere, por lo que la tensión y angustia crece en el espectador; así como el sentimiento de indignación y fastidio frente a la ignorancia y la falsedad de un discurso oficial resquebrajado, aprendido de memoria, que fabrica héroes y demoniza al extranjero.

No cabe siquiera suponer que el documental no sea objetivo. Las palabras de los acusadores son por sí solas suficiente medida para comprender que en los EEUU existe un sistema de justicia invencible que no caerá por una “mexicana inteligente”.

Mi vida dentro es de esas películas que sacude y que invita no a la reflexión, sino quizá a una postura activa y contestataria frente a lo abominable de la justicia implacable que solo se aplica a aquellos incapaces de defenderse.

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