domingo, 4 de noviembre de 2007

A la caza del Rey: ecuatorianos que hacen cine desde otras latitudes

Patricio Burbano, con una ambiciosa cinematografía por delante


Acerca del cortometraje A la caza del Rey: Sobre los cortometrajes se puede decir que son un género maestro del cine y en ese sentido se pueden comparar con los cuentos. Lograr que la narración sea redonda en pocos minutos o pocas páginas es un arte especial que determina la capacidad del autor para consolidar una historia y a sus personajes.

En A la caza del rey, de Patricio Burbano, se cumplen de manera concreta aquellas certezas sobre el género cortometraje. Esta obra redonda y simbólica se centra en el azar, en las historia de tres jugadores de ajedrez, en la osadía, pero a la vez humildad de los retos que impone el juego ciencia.

Un jugador anónimo se bate por correspondencia en una partida de ajedrez con el argentino Juan Carlos de las Heras, quien a su vez había vencido en los noventas al ruso campeón mundial Gary Kasparov.

El corto es una ficción disfrazada de documental cuyo mayor punto a favor es la narración melodiosa que producen las jugadas comentadas en ruso de manera hipnótica. La forma de contar es tan astuta como el juego mismo, pausada e inteligentemente cronometrada. Ni los personajes, ni sus acciones se anticipan a mover las fichas apresuradamente y el corto lo hace igual, hasta el punto de sostener un cierto suspenso que mantiene al espectador a la expectativa del vencedor y del vencido.


¿Quién es el director? Patricio Burbano, ecuatoriano de 25 años. Salió del país en 2001. Estudió literatura en la Universidad de Salamanca (España) y Cinematografía en la Universidad del Cine (Argentina). Presenta ahora su primer cortometraje A la caza de Rey, fruto de seis años de estudios. Esta obra se exhibió fuera de competencia en el Festival de cine de Mar del Plata.

Sobre sus aficiones comenta: Más que aficiones, diría que el Cine y la Literatura son los ejes que mueven mi vida y la manera en la que asumo mi lugar en el mundo. Pero también me gusta el jazz, la música clásica, los viajes, el tennis, los idiomas y la práctica del ajedrez.

Sobre su regreso al Ecuador: Nunca he dejado de volver al Ecuador. Voy a Quito por lo menos una vez al año para visitar a mi familia y mis amigos. Tengo un proyecto de largometraje que tiene al Ecuador como escenario principal, y voy a tener que hacer mucha investigación, así que es probable que el año que viene regrese (por lo menos temporalmente) al país.

Sobre su producción fílmica y literaria: A la caza del rey es mi primer cortometraje. Sin embargo, trabajo desde hace un par de años en un documental sobre el poeta rumano-argentino Jacobo Fijman. También estoy preproduciendo mi próximo corto, que filmaré el año que viene. Tiene que ver con una lectura de la música y la historia de un pianista a partir de los ensayos que escribió Olivier Messiaen sobre la sinestesia y su teoría de los pájaros como músicos ideales.

Sobre sus mejores momentos dedicados al cine: Los mejores momentos con el cine los he vivido como espectador. Empecé a ver cine muy temprano. Una experiencia extraordinaria fue haber visto una proyección de El acorazado de Potemkin en el Teatro Colón de Buenos Aires, con una orquesta sinfónica en vivo. Fue un viaje en el tiempo.

Lo más difícil: Probablemente, lo más difícil para cualquier cineasta es tener que lidiar con los medios de producción para hacer una película. A la caza del rey se hizo con un presupuesto mínimo, y fue un rodaje complejo y complicado.

¿Cuáles fueron sus principales motivaciones?

Siempre me fascinó el ajedrez como juego filosófico, su intensidad, su ritmo, y también toda la mitología que hay en torno a él. Cinematográficamente, quería jugar con la idea del “cine monstruo” (ficciones con cabeza de documental) y fundir la realidad de un acontecimiento a través de found footage (material de archivo inédito) y una ficción que escribí. El personaje principal, el narrador ruso, es un pequeño homenaje a los impostores de Nabokov: Smurov de la novela “El ojo” y Hermann Hermann de “Desesperación”, también hay juegos con las novelas de Stefan Zweig. La impostura es uno de mis juegos favoritos en el arte.

¿De dónde surge la historia?

Cuando conocí en mi Club de Ajedrez a un viejo jugador desconocido que había derrotado a Garry Kasparov (probablemente el mejor jugador en la historia del Ajedrez) en su mejor momento y me contó su hazaña, quedé maravillado y quise contar esa historia. La línea narrativa está basada en una anécdota que le ocurrió a un gran maestro del ajedrez británico, Nigel Short, mientras jugaba una serie de partidas por Internet con un jugador anónimo de raiting mínimo. Este jugador aplastó al británico diez veces seguidas, y Short se dio cuenta de que no se trataba de ningún principiante, sino del mismísimo Bobby Fischer (que cuando jugó con él en los noventa, estaba desaparecido huyendo del gobierno norteamericano).

¿Cómo definió la propuesta estética del corto?

Como te dije antes, quise trabajar según la línea cinematográfica del “cine monstruo”. No utilicé actores. Todos los personajes en la película salen de ellos mismos. Eran ajedrecistas reales, el club de ajedrez que aparece es el lugar donde juegan, etc. Solamente ficcionalicé la situación central. La fotografía y el montaje están planteados desde los contrastes. Le asigné a la ficción un blanco y negro muy contrastado (siguiendo la lógica de los tableros y las piezas del ajedrez) a través de una iluminación expresionista, en 16mm. La realidad en cambio fue un material de archivo inédito a color y en video sobre la visita de Kasparov a Buenos Aires en el año 93, donde se puede ver la partida en la que Juan Carlos De las Heras, el ajedrecista desconocido, lo derrota.

¿En qué se parece el corto al autor?

Siempre tuve una concepción lúdica no solamente del arte, sino también de la vida. Me gusta ver en la ficción una herramienta para dialogar con la realidad, para interactuar con ella. Como cuando Orson Welles leyó en su programa de radio “La guerra de los mundos” y la gente se lo creyó! Soy de los que piensan que el arte es un juguete.

¿Es usted un jugador de ajedrez?

Juego ajedrez desde tengo siete años, cuando me enseñó mi padre. Es un juego que siempre me ha acompañado a lo largo de mi vida. Puede llegar a ser un ejercicio muy obsesivo. Aquí en Buenos Aires tengo amigos con los que he llegado a jugar días enteros sin descanso.

¿Qué sugieren en su vida, en su obra y en el corto el hecho de que un jugador menos experto le gane siempre al prodigio?

Es fascinante ver como incluso los grandes genios tienen sus limitaciones, sus fisuras. Esa es la lección elemental del ajedrez, donde el rey, a pesar de ser la pieza más importante, está lleno de limitaciones y no podría hacer nada sin la ayuda de las otras figuras. En ese sentido, el ajedrez es una de las formas más perfectas de diálogo que conozco.


Paulina Simon T.

*Mi nueva condición de "articulista invitada" (me refiero, en mi antiguo empleo, mi antiguo medio...ya se siente muy antiguo) me permite escribir con plena libertad sobre el cine nacional... la libertad, el internet, el correo postal me presentaron a este nuevo amigo del cine y nuevo amigo mío. Después de varias charlas de cuestionarios ida y vuelta tenemos este artículo entrevista... y la fe en el talento de Patricio.

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