lunes, 26 de noviembre de 2007

Francisco Vargas

Vargas: el cineasta peregrino que viaja en El violín

El año pasado, en la cuarta edición del festival Cero Latitud una película mexicana en blanco y negro, pausada, con un aire un poco antiguo y cuyo protagonista es un violinista manco y revolucionario se robó la atención del público y los jurados que le brindaron el premio de la crítica y una mención especial. Sin embargo, Quito no era la primera parada de esta película llamada El violín. Don Plutarco y su historia de sufrimiento, valentía, música y violencia había hecho ya un importante recorrido por los festivales del mundo, que había empezado nada menos que en Cannes y continúa hasta hoy por Asia, Europa, América, etc. El violín, de Francisco Vargas es una película que tiene a su haber más de 40 premios y que casi un año después de su estreno en el exterior llegó a México sin posibilidades de ser distribuida para convertirse en un fenómeno absoluto. Le hizo frente en la cartelera a Spider-Man 3 y se mantuvo, encabezó el top 10 de la piratería y durante 14 semanas fue la películas más vista en México.
Ahora, Francisco Vargas, un hombre discreto, que oculta en su sobretodo y su gorra que se ha convertido en un viajero que recorrió el mundo sobre El violín, vino a dar a Quito. El Cero Latitud pudo contar este año con su presencia y su película luego de tanto hablar de ella durante un año.
En varias jornadas de conversación con Vargas se puede descubrir al hombre detrás de la mirada rebelde de sus personajes. Para Vargas el cine “Tiene que ver con una convicción personal, es una responsabilidad social. Yo no podría salir a la calle y después de saber que en México hay 60 millones de pobres, no hacer una película y no hablar en ella de las cosas que me apasionan, me llenan como la música, la tradición, lo saberes de los pueblo indígenas, pero por otro lado las cosas que me preocupan, que me duelen, lo que quiero cambiar y no puedo”, comenta.

El violín nace de su amor por la tradición oral, de su desazón ante la injusticia en cualquier época de la historia, por eso en su película quiso retratar un mundo atemporal de violencia, no necesariamente de buenos y malos. Un mundo en blanco y negro, documental, real y poblado de grises: “El blanco y negro tiene que ver con que este es un tema que nunca se había tocado en México y es un asunto que fácilmente se presta para las visiones maniqueísta, estructurales, muy simple, simplona. Es decir, enfrentar a los buenos y los malos: pobre indígenas oprimidos, ejército represor. Y la situación real es mucho más compleja que una historia de buenos y malos, lo es en la realidad y yo quería que en la ficción también lo fuera. El blanco y negro de una manera estética y simbólica, nos permitía hablar de blanco y negro como opuestos totales, pero que en medio hay una gama de grises que son los que hacen que se separen y se unan. Son los que permiten comprender la complejidad de todo ese espectro”, explica de modo conceptual y asegura que no disfruta demasiado de los conceptos.

Vargas prefiere la música y las historias, verdaderos cines de su vida. Las cientos de historias que le contaba su bisabuela, en un pueblo parecido al que se ve en El violín, donde el vivió sin saber de películas ni nada parecido, sino de tradiciones ancestrales, naturaleza y los buenos cuentos de su antepasados: “Yo vi una película de niño, unas partes, ni siquiera la vi completa por que había que estar parados, entonces mi papá me subía a mi un ratito y luego a mi hermana y ya está. Nosotros teníamos el cine en casa, mi bisabuela murió de 115 años y era una narradora excelente”.

Así conversó Vargas con el público quiteño, varias veces fue halagado por su película, recriminado por la violencia, cuestionado sobre la historia real de los personajes, los más jóvenes le preguntaron incluso si él creía que realmente se podía cambiar el mundo con cine: “Cambiarlo, cambiarlo, no creo, pero contribuir a hacerlo eso sin duda”. Y marchó El violín a los Estados Unidos, luego a Guatemala y a seguir con su música por el mundo entero.

Paulina Simon Torres

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hey nena!! Felicitaciones por el blog, esta genial. A los tiempoooooooooooos que tengo tiempo de leer (bebe y papa se fueron a dormir temprano, jaja). Buenisima toda la cobertura del festival. Estuviste "en tu papayal" como diria tu abuela.
Miles de Besos.