domingo, 6 de mayo de 2007

Entrevista a Xavier Muller


Esas no son penas lleva música melancólica con toque nacional


La música es una parte fundamental en una película. Muchas veces depende de la banda sonora que una persona recuerde ciertos diálogos o momentos que han sido resaltados por la intensidad musical. Xavier Muller es el compositor de la música de la nueva película ecuatoriana Esas no son penas y su experiencia componiendo los temas por escenas, adentrándose en la melancolía de la historia, en los silencios claves y la esencia de aquello que aparece como ecuatoriano le han dado una satisfacción enorme que ahora está plasmada en cada proyección de la película. Muller a sus 27 años lleva una interesante trayectoria dedicada a la música y al sonido. Esas no son penas es el primer largometraje para el que compone la banda sonora y él espera que sea el principio de una carrera musical y cinéfila. Aquí habla sobre su experiencia preparando la música.


¿Qué experiencia previa tienes en cine?

Hice música para Emilia, un corto de Carla Valencia, una parte de la música de Ecuador vs el resto del mundo y ya había trabajado antes con Daniel Andrade (director de Esas no son penas) en algunos cortos, pero esta es la primera vez que compongo para un largometraje.

¿Cómo fue trabajar con los directores?

A Daniel y Anahí los conozco hace muchos años, son como familia tenemos bastante en común y eso facilita el trabajo. Daniel tiene ideas muy claras de todo y sabe mucho de técnica. Pero de música no sabe tanto y confió en mi en ese aspecto por que tenemos gustos musicales muy parecidos y sabía que yo iba a componer algo que le iba a gustar. Lo mejor de trabajar con Daniel es que te pide que hagas las cosas como tu las sabes hacer sin imponer presión en nadie. Y así, con la música de Esas no son penas yo hice todo lo que yo quería hacer: elegí los instrumentos, la tonalidad emocional, todo... y a los directores les gustó.

¿Cuándo te sumaste al proyecto?

Desde el principio. Apenas Anahí terminó el guión me lo dio para leerlo y me pidieron que componga la música y yo estaba encantado porqué me gustó mucho la historia.


¿Tras leer el guión, que música se te ocurría que podías usar?

Leí el guión y todo era un tono triste, gris entonces desde el principio fue esa mi intención, hacer algo que vaya con la melancolía de la películas y además añadir un poco de líneas ecuatorianas: pasillos, sanjuanes, para darle un tono nacional porque la película lo amerita. Es muy ecuatoriana y tiene muchas cosas quiteñas, aunque tampoco quería que sea solo un pasillo, tenía que ser algo universal por lo que escogí instrumentos distintos como la melódica, que le da un toque especial, internacional. Incluso me han dicho que suena a música francesa o argentina.

¿Cómo es el proceso de componer?

Daniel (director) me sugirió que piense en una emoción, en un tono. Luego me propuso hacer una melodía para cada personaje, pero no funcionó. Queríamos que cada personaje se identifique con un instrumento, pero se volvió confuso. Entonces decidimos hacer música en general de toda la película y empezamos con cuatro escenas, para las que yo preparé maquetas, que son grabaciones como borrador, porque yo no escribo en papel. Veo las imágenes, lo primero que hago es ver el ritmo de la escena, de los cortes y en base a eso hago el tempo de la canción. Sobre eso hago una base y voy aumentando los instrumentos y las melodías de acuerdo a las acciones. El tempo hago con los cortes y la melodía con las acciones.

¿Cuál es el resultado?

La música definitiva la grabamos en un día en la Casa de la Música. Yo tocaba todos los instrumentos. Grabamos con el teatro vacío y eso le da un efecto especial. Daniel quería que la música sea experimental, cruda, muy ambiental. Normalmente se usan efectos ciertos efectos cuando se graba, pero no los usamos, grabamos todo al natural y eso funciona muy bien se oye como un cuarto enorme. Y aunque no me di cuenta en ese momento, pero sí después: esa grabación montada en la película y el hecho de que la hayamos grabado en un teatro vacío, le da un toque adicional de soledad al filme, mucho más intenso de lo que yo me había imaginado. La música en la película te hace sentir como si estuvieras solo en un teatro vacío. Ya en estudio todo sonaba épico no hacía falta aumentar nada.



P.

1 comentario:

Desdelpupo dijo...

Bacán la entrevista, sencilla y con un montón de datos, dejas fluir al entrevistado y eso da un par de lecciones buenas de lo que es hacer el sonido y la música para una película. D