En Manayaycuna, un pequeño pueblo en medio de los Andes peruanos se esconde el secreto de unas festividades mágicas. Tras la muerte de Cristo el viernes santo a las 15:00 da inicio ‘Tiempo santo’, dos días en los que Dios ha muerto y no puede ver los pecados por lo que los pobladores son libres de hacer su voluntad sin temor. Unos roban, otros beben hasta la inconciencia, todos se entregan a fiestas interminables y el alcalde aprovecha para desvirgar a su hija.
Ese es el contexto fantástico y colorido en el que sucede la película peruana Madeinusa, de Claudia Llosa que se exhibe esta semana en Quito. Madeinusa es la protagonista encarnada por Magali Solier, hija del alcalde que ha sido elegida como la Virgen de la festividad. En el ritmo normal del pueblo y sus extrañas celebraciones irrumpe Salvador, un limeño que por error debe quedarse en Manayaycuna y por curiosidad forma parte de las festividades que terminan de forma truculenta.
La historia de la joven Madeinusa, quien quiere irse del pueblo para ir a Lima es el centro de trama, sin embargo, se queda corta frente a la verdadera idea central que es la invención del ‘Tiempo santo’ y el carisma de un pueblo imaginario que con sus tradiciones y fiestas propias del mestizaje es una invención literaria magnífica. Pero, la historia no hace honor a semejante contexto. El filme resulta pausado, pero la fotografía es muy poderosa. El cuadro andino, el color, el folclor y la extravagancia de un puñado de iconoclastas inofensivos rescatan a la película de caer en el absurdo. (PST)
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